viernes, 8 de agosto de 2014

LA ESPAÑA IMPERMEABLE Y LA ESPAÑA PERMEABLE

Agua del pozo surgente Alhárabe a la balsa de riego. Moratalla, Murcia.
Decía un periodista hace poco, que para saber de verdad lo que pasa en España, había que leer la prensa extranjera. Algo así ocurre con el tema del agua. No es que, en los rotativos foráneos, encontremos las respuestas a la actual sequía del levante peninsular; pero si, que las investigaciones científicas de otros países, nos pueden ayudar a entender y a conocer mejor: nuestro propio patrimonio hidrogeológico, sus espectaculares reservas de agua embalsada y a cómo utilizarlas de forma sostenible para superar esta sequía. Por ejemplo, un reciente estudio de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) nos muestra en un mapa que, al igual que hay una España seca y otra húmeda, también hay una España impermeable y otra permeable. 

En dicho mapa, que vemos a continuación, aparecen dibujados en blanco los terrenos impermeables (o permeables arenosos) de toda Europa y en azul, los permeables de tipo kárstico; es decir, las rocas calizas -marinas y a veces lacustres- que, por acción del agua de lluvia caída sobre ellas y su circulación subterránea a lo largo de los millones de años, las han disuelto parcialmente, dejándolas como un “queso de gruyere” o como una esponja. Dicha estructura oquerosa; conformada por simas, galerías, conductos y  fisuras, es lo que se conoce como karst.
En azul, los afloramientos de rocas permeables kársticas de Europa. Fuente: Universidad de Auckland (Nueva Zelanda).

Una veces estas estructuras pueden estar emergidas, dando lugar a cuevas, y otras sumergida por debajo del nivel freático, constituyendo importantes embalses subterráneos de agua. Un esquema de la morfología interna de estos kárst la podemos ver en la imagen siguiente tomada del libro Los caminos del agua en las islas Baleares.

 
Estructura del Karst. Fuente: Portal del Agua de las Islas Baleares.


Como vemos en el mapa neozelandés de arriba, queda claro que, con respecto a la capacidad de las rocas calizas de retener agua de lluvia e infiltrarla en el interior de la tierra, fuera del alcance de nuestros ojos, hay una península ibérica azul (permeable) y que coincide, básicamente, con: su mitad oriental, al sur de la depresión del Ebro, y con gran parte de la cornisa cantábrica.

¿Y a dónde va ese agua que se infiltra principalmente en las montañas? El Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) nos dice que baja a los embalses subterráneos (acuíferos confinados) y de allí fluye hasta el mar.

¿Y cuánta de esa agua se pierde en el mar todos los años? El Libro Blanco la cuantificaba en unos 2 kilómetros cúbicos; es decir, un volumen equivalente, por ejemplo, a cuatro mil (4.000) campos de fútbol llenos de agua y que tuvieran 100 metros de lado, 100 de ancho y 50 metros de alto.

En España, 2 kilómetros cúbicos de agua subterránea se pierden en el mar todos los años. Fuente: Libro Blanco del Agua.

Y de esos, la mitad se van a la plataforma marina mediterránea de las demarcaciones del Júcar y Segura (es decir, 2.000 campos de fútbol, como se desprende de los datos de sus respectivos planes hidrológicos recientemente aprobados) y repartidos, más o menos, a partes iguales. Unos 500 hm3 anuales le corresponden al Segura (1.000 campos de fútbol).

¿Y cómo se puede coger esa agua antes de que se pierda en el mar, para poder mitigar los efectos de la sequía? Mediante pozos que capten sólo esos acuíferos artesianos profundos. Artesianos sí, y como bien explica el Foro del Agua Subterránea de Reino Unido, porque su agua se encuentra a alta presión (principio de vasos comunicantes entre las montañas y los llanos) y cuando se “pinchan” ésta sube sola por el interior de esos pozos hasta, y a veces, salir a la superficie sin ayuda de motores.
Funcionamiento de los acuíferos confinados. Fuente: Foro del Agua Subterránea de Reino Unido.

Para terminar, resumo diciendo: que no solo el agua que vemos es la única que existe, ni solamente disponemos de la que baja por los ríos.

Las zonas graníticas y metamórficas impermeables de oeste peninsular (últimos tramos de los ríos Duero, Tajo y Guadiana) no son como las calizas y dolomías kárstificadas del Júcar y Segura.

En las primeras, el agua subterránea infiltrada en la cabecera de sus cuencas, se ve obligada a salir al exterior -cauces de los ríos- al toparse con el basamento hercínico impermeable, con el que se choca ya antes de llegar a la frontera con Portugal. En las segundas, las rocas permeables continúan por debajo de la costa mediterránea y el flujo subterráneo no tiene esos impedimentos para llegar hasta el fondo del mar (unos 500 hm3 al año).

Por tanto, si de verdad queremos solucionar el problema del agua y de las sequías, debemos empezar por mirarnos hacia dentro con ayuda de lo que sabemos aquí, y que también saben ya hasta en Nueva Zelanda.

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