lunes, 10 de mayo de 2021

LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS, EL ACTOR PRINCIPAL DEL MAR MENOR

Esquema de la descarga subterránea submarina (SGD). Fuente: USGS.
En septiembre de 2016, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y refiriéndose al sistema Campo de Cartagena-Mar Menor, emitía una nota de prensa que titulaba "Las aguas subterráneas: el actor principal", en la que se hacía eco de una publicación científica en la revista Environmental Reviews y en la que habían intervenido varios centros de investigación nacionales y extranjeros.
En ella se afirma que “La descarga de agua subterránea (SGD) supone la principal aportación de la parte terrestre a la laguna del Mar Menor, y por tanto de contaminantes”.

Y para mitigar los impactos que ésta sufre, proponían sus prestigiosos autores la inclusión de las aguas subterráneas en las estrategias de planificación y gestión, bombeando los flujos subterráneos cargados en nitratos para reducir la entrada de nutrientes y contaminantes

Flujos subterráneos que tienen una doble componente: drenaje a las ramblas (escorrentía subterránea) y al fondo de la albufera a través de la franja litoral. 

Dicha descarga subterránea submarina (SGD) la estimaban en 68 hm3/año. Volumen muy superior al de la escorrentía total (superficial y subterránea) estimada en unos 12 hm3/año como máximo en años promedio. 

Y dicho cálculo de 68 hm3/año no salía de la “cuenta de la vieja”, partiendo de esquemas hidrogeológicos simplistas y descartados ya por la ciencia. Sino mediante análisis químicos de los isótopos de Radio del agua. Que es la forma científica moderna de saber qué agua del mar es de origen continental subterráneo. 

Pero lógicamente, esta evidencia colisiona con profundos intereses. Pues pone el foco en el exceso de agua de retorno de riego cargado en nitratos. Y entonces, surge la primera reflexión de forma instantánea: ¿y si echáramos menos agua al Campo de Cartagena y bombeáramos mediante pozos esos flujos subterráneos

Esa era la idea cuando se diseñó y se puso en funcionamiento la red de salmueroductos a principios de este siglo, que era un sistema de recogida de aguas de drenaje y subterráneas con nitratos, para su posterior depuración y reutilización en la agricultura. Obras que, inexplicablemente, se abandonaron y de lo que, curiosamente, nadie pide responsabilidades

Pues de esta forma se hubiera podido compatibilizar los usos agrarios (con las restricciones que el devenir de los acontecimientos fuera preciso introducir) y la recuperación del Mar Menor. 

Pero este esquema choca frontalmente con un dogma murciano: “En Murcia no tenemos agua suficiente y necesitamos trasvases”. 

Pero también, con los intereses del lobby del agronegocio: pues si se legalizaran los pozos de los pequeños regantes en circuito cerrado, para poder extraer esos flujos cargados en nitratos, ya no comprarían el agua de la tubería única, la del canal del trasvase del Tajo. Y podrían así planificar su producción sin las zozobras del no saber si habrá o no agua del trasvase para ellos, pues la tienen asegurada con sus pozos.

En efecto, la autosuficiencia energética (sol) e hídrica (pozos en este caso) propicia el desarrollo económico de los más pequeños, posibilitando abaratar costes, diversificar la producción y por tanto el reparto de los beneficios. 

En consecuencia, había que virar el rumbo, buscar informes que desmientan esa evidencia y acallar las voces que la defiendan. Mejor hacer creer a la opinión pública que el problema es el regadío que el exceso de agua con la que se riega. 

Tarea sencilla en esta tierra bombardeada constantemente con fake news sobre la necesidad de agua externa. 

Enlace a la nota de prensa del IGME: http://www.igme.es/SalaPren…/NotasPrensa/2016/septiembre.htm

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